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Cómic se lee rapidísimo. Por la narración, por la intriga, por los cabos sueltos que uno quiere empezar a juntar para entender la tragedia de los personajes, porque uno se engancha como con las historietas. No se lee rápido porque sea fácil y digerible, más bien por el contrario: es una historia compleja y creo que se lee rápido del mismo modo que uno toma los remedios amargos de un solo trago, para pasarlos más fácil; no diría que es digerible, sino más bien revulsiva, te interpela, te lleva a sitios oscuros adónde uno no quiere volver si ha estado allí y de los que uno no querría saber que existen. Pero todos sabemos que existen y en mayor o menor medida todos hemos estado en sitios así alguna vez.
Me pregunto si esta novela no es, en el fondo, un artilugio para exorcizar la maldad de este mundo.
Será difícil entrarle a la sintaxis de Cómic: frases donde el predicado se antepone siempre al sujeto, donde la acción viene siempre antes que el sujeto; una construcción que , como en toda buena obra literaria, no está armada porque sí y la respuesta surge de la misma narración. El desconcierto que puede causar al principio se explica en la misma ontología de la obra: estos sujetos no son dueños de sus acciones, sino una consecuencia de las mismas. Selva Alamda
